viernes, 5 de septiembre de 2008

7: NO PUEDO EVITAR PENSAR


Los folletos de las distintas exposiciones, el libro, lo voy metiendo todo en una bolsa que me entrega, y no puedo evitar pensar que si una pareja necesita estar pagando durante 40 años para tener un agujero donde vivir, esto está muy mal llevado, y que la página de nuestra Constitución donde habla del derecho del español a una vivienda digna ha debido de ser arrancada cuando nuestros gobernantes electos dicen aquello de “cumplir y hacer cumplir” en el momento de ir a jurar o prometer sus cargos en presencia de nuestro Rey.

Salgo de la tienda, y en el recorrido hasta el segundo pórtico no paro de pensar en esta chica, y ahora lo que se me viene a la cabeza es la imagen de un Presidente de un banco español hace unos años, en el estrado, dirigiéndose a la Junta de Accionistas.

─ Y este año vamos a ganar 500.000 millones de pesetas.

Es más bien bajito, con cara de cateto, pero el gesto de soberbia se impone, y lo vuelve a repetir.

─ Porque este año vamos a ganar 500.000 millones de pesetas.

Me fijé bien en él, lo repasé, su buena corbata, su buen traje gris con suave línea vertical. Y lo volvía a repetir, hasta cinco veces lo hizo: “Este año vamos a ganar 500.000 millones de pesetas”. No se me olvidarán nunca aquellas palabras porque era el último año de existencia de la peseta, y porque a final de año, aquel hombre lo consiguió. Si, se salió con la suya, como se sigue saliendo. Presto atención cuando sale el Presidente del banco con su cara de cateto en televisión, últimamente lo veo más delgado, se le marcan más las arrugas del rostro, estará a régimen por algo, tenga usted cuidado…, y a los tres años de aquellas palabras suyas duplicó el beneficio y el banco ganó 6.000 millones de euros. A veces pienso que pasamos de las pesetas a los euros para que este hombre pueda decir de forma más simplificada lo que gana el banco que preside manejando el dinero de los impositores, de los demás, del pueblo.

Y es que a mí me gustaría aplaudirle, una empresa está para crear riqueza, beneficio, cuanto más mejor, estoy de acuerdo; pero ¿a costa de qué?, o ¿cómo se consiguen esos beneficios?, y ahí es donde pienso, por ejemplo, en el empleado de banca –el trabajador, el pueblo- que tiene firmado un contrato de 40 horas semanales y con frecuencia hace 60, y lo peor es que esas 20 horas que hace de más no se las paga nadie. Que no, que no se las pagan, y por supuesto, si no las cobra tampoco tributa, ni cotiza por ellas, no queda reflejado en ningún sitio ese esfuerzo y esa aportación que el trabajador hizo a la sociedad y que después, dentro de cinco o treinta y cinco años, cuando se jubile, cuando lo necesite, la sociedad le pueda devolver a él algo de lo que le aportó a ella en su día. Todos hemos ido paseando por cualquier ciudad y hemos visto las luces encendidas de los bancos a altas horas, con personal trabajando dentro.

Y ¿qué hacen los sindicatos? Je, je, je, al menos los de banca, reírse.

Pero seamos realistas, los banqueros no tienen la culpa de todo, bueno, de casi todo, sí. Descendamos al mundanal ruido de ciudades, del pueblo, con alcaldes compinchados con concejales y promotores, o sea, gente con algo de poder y posibles. Parece que nadie de los que andan por la calle paga las mordidas por la recalificación del terreno o el exceso de edificación de una parcela; vamos que esas botellas de champán de 3.000 euros la pieza que se bebe el tal Señor Roca le aparecen en la chimenea de su casa por arte de magia cuando se levanta por las mañanas, para después de un duro, durísimo día de trabajo, por la noche, relajado y en buena compañía, con el champán ya bien frío, haga, hagan, él, los alcaldes, los promotores, los banqueros y sus compañías, pues eso, chín-chín. Y no se enteran, porque no quieren, que detrás de cada botella de esas que se beben, hay un hombre, una mujer, esa pareja joven que no se puede ni resbalar, o aquella otra que levanta al chiquitín a las siete de la mañana para dejarlo en la casa de los abuelos porque no pueden pagar ya más nada, ni una guardería.

─ Cógelo mamá, en la bolsa está el biberón, los potitos y las medicinas.

─ ¿A qué hora se lo tengo que dar?

─ Con cada una de las tomas.

─ Pasa un momento que tengo una bolsa de naranjas para que te lleves.

─ Después mamá, ya llegamos tarde.

Este tipo de dialogo se escucha en muchos sitios de España cada mañana, y a partir de ese momento inician una contrarreloj esos padres para intentar llegar a todo lo que tienen que hacer en el día.

Y vuelvo a pensar en lo que el pueblo se puede hacer a si mismo.

Serna, seguro que sigues constante en el esfuerzo.



P.D.: Al Presidente del banco me lo he encontrado esta mañana en el periódico diciendo que este año van a ganar 10.000 millones de euros, a pesar de la crisis, que para él no existe por lo que veo, y en la foto el tío está muerto… de risa.


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